22/4/09

El lado oscuro del sol


Día sombrío y de lluvia, un clásico porteño.
Se suceden los días sin amores y sin magia.
El teléfono no suena nunca.
La ciudad permanece gris y silenciosa,
por eso hoy elegí no salir de casa.
Aún así, debería irme un rato,
Spinetta a veces suena a cliché…
Además se me acumulan las colillas en el cenicero.

Hoy no dejo de pensar en la muerte…y eso que alguna vez fui un niño tan encantador.
No me saco de la cabeza que ya no hay segundas oportunidades para mi historia.
Me observo en el espejo y casi siento que no soy yo, que soy otro. Debe ser porque esta tarde estuve leyendo demasiado a Borges, no sé…
También me aseguro a mí mismo que debería preferir un pasado sin lágrimas y esperar que, al llegar el fin, me descubran vivo detrás de mis innumerables máscaras.
Creo que irrebatiblemente debería salir a la calle.

…(¿Habrá vida después de la muerte?)…

……………………………………………

Se pone el sweater y sale…No siente nada, ni el invierno ni la lluvia…
ni el dolor…
No sabe hacia donde va…
solamente camina solo,
en libertad.
Se acomoda en la mesa de un bar y mira a su alrededor. A lo largo de las calles melancólicas parejas robotizadas entretejen sus historias triviales y se toman de las manos casi con desgano. Él las mira con escepticismo.
¿Y esto es la vida? No le gusta lo que tiene para ofrecerle…No la quiere así. Se parece mucho a cómo se la presentaba su padre, gracias.
Él elige ver como mero espectador las calles cuan intrincados sistemas laberínticos en los que la humanidad se pierde entretanto se somete a la explotación eterna del capitalismo.
Él prefiere vivir en su mundo de apariencias.
Él prefiere sumirse en sus fantasías heroicas.

Se prende otro cigarrillo.

Él prefiere ser un observador, ser un juez, y también ser casi un escritor quizá.

¿Sino adonde está el placer?

Todo luce trivial; banal; pueril; pasajero; ¿efímero?
Toda esa gente que no se entera de nada, que nunca entiende nada.
Son casi como fantasmas. Tienen los ojos vacíos. Son incorpóreos.
Son casi como ciegos caminando a los tumbos.
Cargan a sus espaldas toda esa anarquía disimulada…toda esa paranoia.
Cuanta represión tiene la gente encima, piensa.
Y ese tango marketinero que suena permanentemente…
Ya no queda rock.
Ya no queda emoción…Ya no queda poesía.
Ya nos mataron los ideales…Y las ganas.

Se pide otro whisky doble. ¿Va por el cuarto o por el quinto ya?

No lo recuerda. Pierde la memoria frecuentemente desde que lo golpeó una pelota. Siempre habló de fútbol para complacer a papá y a los amigos del barrio, pero prefiere no mirarlo por televisión.
Él prefiere imaginar minotauros cornufrónticos, hombres bestias con ojos fagocitantes de monstruos moribundos.
Él prefiere derribar muros, encender fuegos, pelear por algo distinto cada día, o simplemente tirarse en el sillón a fumar demasiado y dejar pasar la vida.
Él prefiere conocer los infiernos a la mitad de su vida, sabiéndose una pantera y reclamando justicia desde el destierro.
Él prefiere no mirar a ese hombre a una nariz pegado.
Él prefiere dejar que lo amen. Elige no decir verdades. Prefiere no apegarse demasiado a ninguna. A ver si algún día ya no puede escaparse.

Las horas pasan…Igual se supone que el tiempo no es más que una idea, ¿no?
Se termina - al fin - ese día sin luz.
Y emerge la luna.
Viejos en bufanda volviendo a cenar frente a la tele…
Él, casi desabrigado…y sin embargo no siente el frío.


…Al fin de cuentas, él es el sol…

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