17/2/09

Novecento

La leyenda del pianista en el océano.

Alessandro Baricco

"Aquella gran ciudad...No se veía el final...
(...)
Y el ruido
En aquella malditísima escalerilla...todo era muy hermoso...y yo me sentía grande con aquel abrigo, estaba dando un gran espectáculo, y no tenía dudas, estaba garantizado que iba a bajar, no había ningún problema
(...)
No fue lo que vi lo que me detuvo
Fue lo que no vi
¿Puedes comprenderlo, hermano?, fue lo que no vi..., lo busqué, pero no existía, en toda aquella inmensa ciudad había de todo excepto
Había de todo
Pero no había un final. Lo que no vi es dónde terminaba todo aquello. El final del mundo
Imagínate: un piano. Las teclas empiezan. Las teclas acaban. Tú sabes que hay ochenta y ocho, sobre eso nadie puede engañarte. No son infinitas. Tú eres infinito, y con esas teclas es infinita la música que puedes crear. Ellas son ochenta y ocho. Tú eres infinito. Eso a mí me gusta. Es fácil vivir con eso.
Pero si tú /Pero si yo subo a esa escalerilla, y frente a mí
Pero si yo subo a esa escalerilla, y frente a mí se extiende un teclado con millones de teclas, millones y trillones
Millones y trillones de teclas, que nunca se terminan y ésa es la verdad, que nunca se terminan y que ese teclado es infinito
Si ese teclado es infinito, entonces
En ese teclado no hay una música que puedas tocar. Te has sentado en un taburete equivocado: ése es el piano en el que toca Dios
¡Por los clavos de Cristo!, pero ¿tú viste aquellas calles?
Contando sólo las calles, las había a millares, ¿cómo os la arregláis para escoger una?
Para escoger una mujer
Una casa, una tierra que sea la vuestra, un paisaje para mirar, una forma de morir
Todo ese mundo
Ese mundo encima que ni siquiera sabes dónde acaba
Y cuánto hay
¿No tenéis miedo de acabar destrozados sólo con pensar en esa enormidad, sólo con pensar en ella?
Y para vivirla..."

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